Tokyo - Shibuya
Shibuya era el barrio que visitar el domingo. Es la zona joven por excelencia de la ciudad y si eres moderno o muy moderno en el vestir y te gusta destacar y que te miren, éste es tu sitio. Shibuya, Harajuku y Omotesando son los barrios o distritos que marcan tendencia en la moda y son lugares visitados frecuentemente por los cool hunters.
El día empezó con la visita a uno de los templos más populares de la capital, el Santuario Meiji Jungu y que es de reciente construcción (1920). No faltaron la celebración de, al menos, un par de bodas en el rato en el que estuve.Continué la visita hacia el parque Yoyogi. De la anterior vez lo recordaba por ser lugar de concentración de diferentes tribus/culturas urbanas y de grupos de música. Como era domingo pensaba que me encontraría con el mismo ambiente pero quizás se haya "enfriado" un poco con respecto a lo que yo ví en el anterior viaje pues sólo encontré un grupo de rockabillies y, ya dentro del parque, gente haciendo ejercicio, practicando artes marciales, yendo en bicicleta o, lo que creo era, un grupo de estudiantes realizando un trabajo de escuela de publicidad o algo parecido (ver foto más abajo).
De camino hacia Shibuya y cerca del Estadio Nacional de Yoyogi había una zona o mercadillo de venta de ropa de segunda mano y un espacio para conciertos en el que, en esos momentos, tocaba el grupo Pipes of Piece (bueno, se dejaban escuchar!)
Comí/picoteé por los chiringuitos de comida del parque. ¡Qué buenas estaban las bolas de pulpo o takoyaki!
Ya por la tarde llegué a Shibuya. Por sus calles céntricas se alinean un sinfín de tiendas de ropa dirigidas a un público muy joven y con ganas de vestirse sin complejos. Hay un edificio, el Shibuya 109, que sólo tiene establecimientos dirigidos al público femenino.
La nota emotiva en Shibuya la ofrece la estatua del perro Hachiko situada a la entrada de la estación de tren y hoy punto de encuentro de la gente. Hachiko fue un perro que existió realmente y que esperaba a su amo todos los días a la entrada de la estación. Su amo murió repentinamente y aun así, el perro continuó yendo a buscarle durante los siguientes diez años y hasta su fallecimiento. Este claro ejemplo de fidelidad conmocionó a la sociedad nipona y por ello se erigió una estatua en su honor.

アルベルト
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