El martes tocaba Kamakura que por supuesto tiene monumentos que son patrimonio de la humanidad.
Elegí mal el andén número 1 en la estación de Tokyo. Resulta que hay otra parte más escondida que también tiene un andén 1 y que, por supuesto, yo no ví. Así que perdí el tren que tenía previsto coger y tuve que salir en el siguiente.
Efectivamente, según la previsión meteorológica, durante la mañana no debía de llover y no llovió. Llegué a Kamakura y, para alargar más la visita, me bajé en la estación de tren anterior Kita-Kamakura, desde donde se puede ir haciendo una caminata hasta el centro y así se aprovecha y se visita bastantes templos que hay de paso.
La primera parada fue el templo zen de Engakuji. No sé exactamente que tenía pero me gustó bastante, supongo que era primera hora de la mañana, se estaba tranquilo, etc
Sigo haciendo fotos a las primeras flores de la primavera como es habitual en Japón (donde fueres haz lo que vieres).
Continué el camino hasta llegar al templo budista de Tokeiji (muy cercano del anterior). En este templo se recluían las mujeres que pedían el divorcio y en el que tenían que recluirse por un periodo aproximado de tres años para hacerse efectivo. El hombre, por el contrario, simplemente con una carta exponiendo los motivos podía dar por finiquitado el matrimonio sin necesidad de reclusión alguna (estaría bueno, je, je!)
El camino me llevó al templo de Jochiji.
Las tres estatuas de madera de la foto representan el pasado, el presente y el futuro. Interesante es también el sendero que lleva por los jardines del templo. Aquí hice un amigo, el dios de la felicidad.
(se le ve majete, ¿verdad?)
De allí llegué al templo
Kenchoji. Es un templo zen que sigue impartiendo clases de meditación desde hace siglos. No asistí a ninguna porque eran a las cuatro y cinco de la mañana y no me iba muy bien asistir, la verdad. En la postura de meditación se busca una posición que libere cualquier tensión a los músculos para así poder uno centrarse en la atención de un objeto y comenzar a relajarse y meditar. Tienen como una especie de hospederia para los que se quieran iniciar en esta práctica.
Aquí ya empezó a llover y no paró hasta el regreso a Tokyo.
Después de comer tocaba ver uno de los templos más visitados de la ciudad, el
Tsurugaoka Hachimangu (el nombre se las trae, eh?). Tiene un acceso desde el mar (Kamakura es una población costera) por el que se pasa por tres puentes y tres puertas o doori. No me detuve demasiado aquí por haber mucha gente y porque se me echaba el tiempo encima.
Tocaba visitar la atracción más famosa de Kamakura, el gran Buda o lo que es lo mismo el
Daibutsu. Se trata de una enorme escultura de bronce (la primera y original era de madera y, claro, no ha llegado a nuestros días) de unos 11 metros de altura y que pesa unas 121 toneladas. Está en posición de meditación y sigue así desde el siglo XIII ( ¡cómo aguanta el tío!). Se puede visitar su interior, es curioso de ver.
Por último, y ya bastante hecho polvo de la paliza de caminar y de la lluvia, visité el templo de
Hase-Dera. Es el templo que dió origen a Kamakura. Merece la pena la visita y supongo que también la vista a la ciudad y al mar que debe haber desde su pequeño mirador (claro, digo debe porque no se veía ná).
Regresé a Tokyo y esta vez cené en la habitación. Me compré en el super de al lado de la estación una ración de sushi por algo menos de 3 euros!! ¡Qué bueno estaba! Ah! y para picar unas patatas fritas pero de diferentes clases (normal, morada y negra) y una cervecita nipona. Delicatessen total!!
アルベルト
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