lunes, 23 de febrero de 2009

Beppu

El miércoles por la noche llegué al punto más al sur de mi viaje, Beppu. Es una ciudad pequeña y famosa por sus aguas termales y sulfurosas. Se encuentra en una zona de origen volcánico (está rodeada por tres volcanes) y eso hace que tenga numerosos jigokus (lugares termales que en japonés vienen a decir algo así como el infierno ardiendo).

En el ryokan donde me alojé tenía la posibilidad de escoger tres diferentes tipos de onsen y todos de agua termal. Esa noche hice caso a la recomendación del recepcionista y fui a cenar a un bar cercano, el Kiippon. Me recomendó que tomara momokara que no es más que una pata de pollo a la brasa (estaba buena pero no tenía nada de especial). Después de terminar mi cerveza Sapporo y de contestar educadamente y con mucha paciencia al japonés que tenía al lado que quería practicar, a toda costa, su inglés básico-básico, regresé al ryokan pues había reservado hora para el baño.

El día siguiente fue un asquito. Todo el santo día lloviendo. Compré un pase para los autobuses de la localidad y me dirigí a ver los principales jigokus de la zona. Por cierto, el conductor de mi autobús era especialmente ceremonioso:


El ticket de entrada combinada me dió acceso a ver:

Umi-Jigoku (famoso por su estanque azul)

Oniishibozu-Jigoku (por su burbujas grises)

Yama-jigoku (por la nube de vapor que emerge de la base de la montaña)

Kamado-jigoku (por el agua a muy alta temperatura y por su pequeño zoo)

Oniyama-jingoku (por la fuerza de su vapor que utilizan para cocinar)

Shiraike-jigoku (por su estanque azul)

Chinoike-jigoku (por su estanque rojo)

Tatsumaki-jigoku (por su geiser)

Entre tanto geiser, aguas calientes, etc y como el día lo permitía tomé unos baños en el onsen Hyotan que, entre otros, te ofrecía la posibilidad de tomar un "baño" de arena caliente (podías elegir incluso el nivel de intensidad del calor).

Comí en un bar-restaurante local en el que al no haber nadie más fui la atracción del día. Lo regentaban tres hermanas y les ayudaba el hijo de una de ellas. La cosa prometía cuando al quitarme la cazadora una de ellas se fijó en mi esbelta figura y puso su mano en mi barriguita como diciendo... qué bien que te alimentas chato!. Después de ver que podían tener una mínima conversación conmigo comenzaron a preguntarme de todo: que qué hacía en japón, que si estaba casado, qué lugares había visitado, etc. Pedí chanpon, la especialidad de la casa, y seguimos hablando un poquito más... que cuánto me había costado el viaje, bla, bla, bla. En fin, que me hicieron reir un ratito. Aquí teneis la foto de las susodichas. Una de ellas, la segunda por la derecha, se fue a pintar los labios para salir guapa en la foto!!

La tarde la dediqué a ir a ver a nuestros amigos los monos en la cercana población de Oita. En el parque del monte Takasaki alimentan una población de miles de monos que tienen como hábitat la montaña. Ya se han acostumbrado y, durante el día y por manadas/famílias, bajan al campamento base donde sus cuidadores les dan de comer. Impresiona ver tanto mono suelto.



A última hora de la tarde, ya de noche, cogí el shinkansen para Himeji.

アルベルト

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Acerca del blog

Un mes en Zipango es un blog sobre mi viaje a Japón en el que compartiré con vosotros mis vivencias diarias con la cultura y gente del país. Espero hacerlo lo más entretenido y ameno posible :-)

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