Koyasan
Después de un día de meditación budista y un par más de descanso internáutico (internauta) vuelvo a la carga con el diario de abordo.
Tras algo más de dos horas de trayecto en tren y cremallera llego a Koyasan procedente de Kyoto. Koyasan sería algo parecido a una montaña-santuario que es, a su vez, lugar de peregrinación.La ciudad me recibe con niebla, y la verdad, como sólo me desplazaba hasta aquí para probar la experiencia de pasar una noche en un templo-monasterio budista, visito una de las dos atracciones principales del lugar, Kongobuji y regreso a mi celda japonesa.
Me alojé en el templo Shojoshinin que está a dos tiros de piedra del inicio del camino al templo Okunoin que se realiza atravesando un cementerio con bastante historia. Es el sitio más sagrado de Koyasan y llegar a él vía el cementerio le da un toque místico (sobretodo si lo realizas a primera y/o última hora del día). En mi caso lo hice al día siguiente bien temprano (me levanté a las 6 de la mañana, ahora os explico) y no me encontré más de un par de personas en todo el recorrido.El templo-monasterio de Shojoshinin, como muchos otros en la zona, se dedican a recibir peregrinos/turistas según convenga. En mi caso al llegar me recibe un monje que me hace pasar a la sala que utilizan a modo de recepción y, tras todo el papeleo administrativo, me indica las normas a seguir: lugar y horas de la cena y desayuno, lugar de la ceremonia budista de la mañana, etc. La habitación era la más grande que he tenido hasta ahora. Tenía televisión, cosa que me sorprendió ya que no esperaba encontrarla y kotatsu (un brasero a la japonesa). La vista daba a un jardín interior y a la montaña.
La comida budista es vegetariana. La cena me la ofrecieron en una sala aparte y de manera privada. Consistía, que yo pudiera reconocer, en tempura de verduras y setas, sopa, tofu y del resto no os sabría decir bien bien qué comí (derivados de la soja principalmente, creo)
A la mañana siguiente tocaba diana a las 6 de la mañana ya que en media hora empezaba la liturgia. Allí me quedó claro que era el único turista del templo (no me había cruzado con nadie y me extrañó) pues no había nadie más en la ceremonia. Duró aproximadamente 50 minutos y supongo que eran las oraciones matutinas pertinentes. La voz cantante la llevaba el mismo monje que me atendió el día anterior y le "ayudaba" en las réplicas un monje de mayor edad. Me puse al lado de la calefacción (qué frío hacía) y ahí estuve bien calladito viendo toda la ceremonia hasta que acabó. A su finalización tocaba el almuerzo que seguía siendo vegetariano, claro, y totalmente japonés (vaya que nada de tostadas y café con leche!). Pensaba que me costaría más tomarme una sopa a las 7 de la mañana pero cuando uno está de vacaciones ha de hacer lo que las costumbres del lugar dicten así que.... me lo acabé todo!!
A media mañana tomé de nuevo el tren para dirigirme a Osaka, mi siguiente parada y fonda.
Por cierto, el wc del monasterio también era de los modernos y para muestra un botón.
アルベルト
2 comentarios:
Que mono lo del "chorrito el el culito"!!!
I no fan servir paper de WC?????
Respecto a la foto del aparato del wc... esos dos botones que están juntos... con la misma imagen... ¿son dos culos?... ¿o tetillas?... porque si és lo último no me imagino la situación... ni el porqué del chorro... ¿no os parece extraño el invento?
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